Érase una vez un sapito que iba saltando y cruza una vía férrea, pero venía un tren, el sapito dándoselas de muy berraco intenta pasar delante de tren pero cuando ya estaba del otro lado el tren le mocha el culito y el sapito dice "mi culito, mi culito", cuando el sapito se devuelve a recojer su culito pasa otro tren y le mocha la cabeza.
Moraleja: No hay que perder la cabeza por un culito.
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